**-Café Bar “El Oriente”:
Quedaba en la esquina de Gaona y Nazca. En la bocacalle, la garita de lona gris de los canas .Nazca estaba dividida en dos manos por una franja ancha central con pasto, que contenía los rieles para los tranvías que iban desde Villa del Parque hasta Flores Sud, línea 83, ó hasta Constitución, como sucedía con la 84. En el 83, a veces pasaba Don Roque, el tano gordo de bigotes que vivía en Tres Arroyos y Cuenca, que era el motorman. Roque, acostumbraba parar en algunas esquinas, donde tocaba esa especie de campana que se accionaba con el pié, varias veces, y gritaba ¡fulano, dále , que te estamos esperando! ¿te quedaste de apoliyo,te quedaste?. Y, mientras algunos pasajeros se reían y otros puteaban y miraban el reloj, aparecía algún tipo corriendo, saliendo de su casa y tomando el último mate con cara de sonámbulo. Y la cosa era así, te gustara ó no te gustara. Al llegar a Nazca y Gaona Roque detenía el tranvía, y por dos ó tres minutos, hacía algún comentario a los gritos,con los atorrantes que paraban en El Oriente, ó, si era al mediodía, con los de la “cátedra” del ómnibus anaranjado , que iban estudiando La Fija hacia el “dromo” de Palermo. Esos Buses partían desde Rivadavia y Nazca, ó desde Nazca y Gaona (el Oriente), y los amantes de los “chuchos” iban a los saltos, porque Nazca tenía cunetas muy profundas, que, según decían los viejos, se debían a los trabajos del entubamiento del arroyo Maldonado.
El Oriente, tenía un gran estaño, muchas mesitas, y ventanas a la calle .Había un teléfono público para monedas de 10 centavos, desde donde algún “fioca” ejercía el apriete de los clientes de sus “pupilas”, ó arreglaba el intercambio de alguna “corralera”.
En otra mesita, algún tano acomodaba impermeables de nylon que resultarían flor de rope, y otros días, lapiceras “birome” ó encendedores alemanes Monopol.
Nosotros, con el rusito Marcos Weinberg, asistíamos “a clase” calladitos, mientras el mozo, Manolo, nos traía los 2 atados de cigarrillos Wilton, ya que teníamos acomodo, porque había huelga de cigarrillos. En otro rincón, los estudiosos de aquellos libritos blancos ó rosados, discutían sobre los caballos que “revolean la cola”, ó los otros que “bostean en el redondo”, y todo eso, ¿me entendés?-Después la seguían en el bondi anaranjado que los estaba esperando en la esquina, frente a la G.D.A (grandes despensas argentinas).- Si les iba mal, todo quedaba como antes, pero, si les iba bien, a lo mejor se podían hacer una pilcha de Suixtil, enfrente, en lo de Menéndez, y a plazoletas…!
Allí paraba también el loco Titi, colectivero de la 110, que llevaba a los pasajeros hasta su casa, en Páez y Bolivia, para ver “cómo está la vieja, es un cachito, ché, ya vengo! Y al que le rompa, que se las pique con el 11, ¡qué joder!”…y los pasajeros, con toda la paciencia, lo esperaban…- El famoso Titi, un día vino al Oriente, y nos dijo: ¡muchachos, me levanté una mina, que me paré para toda la cosecha!.... La mina, a los pocos días tuvo las llaves del departamento de Titi, a cuya madre acompañaba cuando él estaba “de larga”, como dicen los del gremio.- Ël, emocionado, nos decía ¡aprendan a elegir a la chabona, gorutas, que para este varón, la jermu tiene que ser posta!... Al poco tiempo, la mina posta se sintió celosa, “porque Titi miraba a todas las mujeres que subian al colectivo”, y se lo gritaba a la madre de Titi que estaba paralítica, y luego rompía el espejito que llevaba en la cartera, y se cortaba las venas de las muñecas delante de la madre de su novio. Los amigos, íbamos corriendo al Hospital Älvarez, y entonces, la ambulancia de la asistencia pública, portaba a la vieja y a la novia. Una, con una crisis hipertensiva, y la otra, para suturarle las muñecas…
Nuestro querido Titi, el que “se había parado para toda la cosecha”, terminó arruinado, hecho un croto, y lo rajaron de la línea 110. La última vez que lo ví, le faltaban casi todos los dientes, y estaba esperando el 83 hacia Flores, con un pequeño ramito para la vieja…
En Julio de 1997, tiraron abajo el Oriente, donde paré desde los 18 años hasta los 30. Pero, muchos años antes, de pantalon corto, me sentaba en las mesitas de la vereda, con mi viejo, todos los domingos, bebiendo yo un Naranjin, y escuchando historias que contaban dos amigos de mi padre: Don Teodoro Fells, y el cieguito Aguilar, el sobreviviente de Medellín, de aquél accidente de 1935…
Como se puede apreciar, allí me dí el lujo de ver y escuchar a muchos sabihondos de Buenos Aires. El Oriente ya no está más, pero yo lo sigo viendo a Manolo y le pido otro feca, y escucho las voces de todos, y me sigo riendo a carcajadas con el rusito Marcos, que era tan piolín, y también con Don Teodoro Fells, que, después de 2 Cinzanos con Fernet lo miraba a mi viejo, y guiñándole un ojo y señalando al cieguito Aguilar, le decía en voz baja: ¡José Manuel, éstos se mataron porque el piloto era un pelotudo!
Y…lo decía Don Teodoro, ¿me entendés? –Mirá todo lo que fue el Oriente para muchas generaciones, y lo tiraron para levantar un cadalso para las generaciones que siguen: una sucursal de un Banco!! Que lo parió, diría el Mendieta…!!
*-Bar Quitapenas *
Rivadavia y Nazca, frente al Tuñin de la Boca y a la confitería El Tourbillon .- Mientras El Tuñin era lo que todos conocen, pero en el barrio de Flores, el Tourbillon era un sitio muy lindo, donde íbamos con Hilda cuando éramos novios, a tomar los consabidos cócteles San Martín (seco y dulce respectivamente)., con una excelente música de fondo.
El Quitapenas ocupaba la esquina noroeste y tenía ventanas por Rivadavia y también por Nazca. Allí concurrian muchos habitués: Pajarito, el turco Mone, Pocho Selvático, el ruso Selener, Chiche el gallego, Escorcha, y mil tipos más. Durante la época de Perón, en los ‘50, el jefe de la Policía Federal era un vecino de nuestro barrio, el comisario Gamboa. El Quitapenas era famoso, porque además paraban los hermanos Garfinkel, conocidos libreros del barrio, y también los hermanos Tarulla, Héctor y Pucho, transportistas de casi todos los vecinos hasta la última morada, que le dicen…(tenían empresa de pompas fúnebres).
La barra del Quitapenas era famosa por las sanas picardías de que hacían objeto a los ocasionales é inocentes concurrentes. El jefe de policía tenía un hijo, un chico joven, que pasaba por la esquina, y permanentemente escuchaba carcajadas, que provocaban su curiosidad y profundo deseo de alternar algún día con los integrantes de esa barra. Un día se animó, entró y ocupó una mesa, pidiendo un café. Disimuladamente observaba a los antes mencionados, sin conseguir llamar su atención. Al día siguiente, volvió a la misma mesa, tomó otro café, y siguió observando las bromas y los chistes, hasta que se fueron retirando casi todos los protagonistas. Cuando quedaba uno solo, Gamboíta lo miró sonriente, y le comentó: ¡cómo se divierten ustedes, y cómo me gustaría formar parte de su grupo! El solitario, que era el Pocho Salvático, lo invitó con un café, y le dijo que él sabía quien era, y que él lo iba a ayudar a ingresar a la barra, para lo cual tendría que demostrar alguna habilidad “de mesa”.- El pibe Gamboa le dijo que, lamentablemente, él estudiaba todo el día, y que no conocía ningún juego, ni artificio alguno con los naipes ni los dados.
Pocho le dijo: parecés buen pibe, y tenés cara de piola. Si vos querés, yo te puedo enseñar algo, para que puedas caer bien en esta barra. Yo te voy a enseñar algún truco que no falle, y tenemos toda la tarde para ensayarlo. Esta noche te venís y te presento a los muchachos.-Vamos a hacer el siguiente truco: vos tomás el mazo de naipes y lo mezclás varias veces. Después cortás varias veces, y le hacés cortar a cualquiera de los presentes. -Entonces, te vas al baño, y les decís que ellos elijan una carta cualquiera en tu ausencia. Cuando te avisan que ya está, volvés del baño y les decís que les apostás toda la consumición a que adivinás qué carta eligieron. Entonces revolvés otra vez el mazo, y, con cara inexpresiva comenzás a sacar una a una y las vas colocando a un costado.Sucede que yo sé cual es,dijo Pocho, y entonces, cuando sacás esa, yo te toco suavemente el pié ,pero vos la descartás, sacás una ó dos más, y luego volvés atrás, los mirás a todos sobradoramente, y gritás ¡ésta!, y si lo hacés bien, ¡ya está!...Gamboa, pálido, lo ensayó 20 veces, y, al final, salía perfecto, con el joven Gamboa totalmente enfervorizado .Llegó la noche, el boliche estaba repleto cuando llegó Gamboa, y Pocho se lo presentó a todos, y dijo quien era, y que quería compartir la mesa con ellos. No cayó muy bien, hasta que alguien le preguntó a qué quería jugar. Entonces el pibe, con cierto rubor, les dijo que eligieran una carta del mazo, mientras él iba al baño., así, cuando volvía, él adivinaba cual era esa carta, y el desafío era por el total de la consumición. Es de hacer notar que eran unos 15 los espectadores, con una adecuada consumición. Aceptaron extrañados y el pibe empezó a mezclar y a cortar repetidamente.- Luego se fue para el baño, hasta que le gritaron que ya estaba. Volvió, cortó de nuevo con cara de canchero, y entonces, cuando empezó a extraer de a una carta, Pocho, repentinamente, les dijo a todos que tenía una jaqueca bárbara, y que se iba a la casa.- El pibe Gamboa, disimulando la desesperación, le decía no, Pocho, no se vaya justo ahora, no se pierda lo mejor! Entonces Pocho le dijo: mirá, pibe, yo ya estoy podrido de estos trucos, y me duele mucho la sabiola, ¡a domani!, y se las tomó! - El pibe Gamboa, resignado, sacó cualquier carta, por supuesto perdió, y le concedieron la gracia de que fuera hasta la casa a buscar más plata para poder levantar el “muerto” acumulado…
Nunca se supo porqué, a partir de entonces, nunca más se lo volvió a ver al hijo del comisario pisar de nuevo el Quitapenas… A pesar de esta anécdota, es de hacer notar que Pocho salvático era el más suave de todos los pícaros que durante muchos años pararon en aquél bar…”Por ante mí, doy Fé”…
Bar El Fénix:
Está en la esquina de Rivadavia y Pergamino, frente al Cine Teatro Fénix.
En ese bar, había una mañana dos malandras, en la mesa, al lado del teléfono público, y escuchan una charla entre Tito Balé, y otro sujeto. Tito era el dueño de la compra-venta de autos usados que quedaba enfrente. Tito dice que a las 14 horas estará lista la Estanciera IKA, que pasen a buscarla con la plata. Los buscas se levantan y salen del bar para dirigirse a otro boliche en Morón y Concordia, donde se encuentran con Kinoto. Éste era un gran personaje del barrio, que andaba “fallo al oro”, y le ofrecen un “trabajo” en el que tenía que hacer de chofer, para levantar un “paquete” a pocas cuadras de allí .Kinoto acepta, y, a las 14.15 suben los tres al auto, le hacen tomar Morón hasta Nazca, luego a la derecha hasta Rivadavia, y a la derecha despacio hasta Campana. Desde la esquina, ven la agencia de Tito Balé, y una estanciero en la puerta, con Tito, el socio, y dos tipos con un portafolios.Los cacos le dicen a Kinoto que se acerque despacio,se bajan, y uno saca un bufoso. Entonces Kinoto, que era paisano de Tito (sefaradíes), tocó la bocina, y gritando ¡es un afano!, se rajó con el auto y los dejó de a pié…Los chorros tuvieron que escapar por Campana, y saltar la alambrada del F.C.Sarmiento. Kinoto estuvo en aguante como 6 meses. Un día me vino a ver al consultorio, y cuando le pregunté si estaba loco, me dijo: levantar un paco, hacer de fercho, ¡sí!, pero no voy a ayudar a que afanen a mi paisano (los códigos, que le dicen).
Kinoto era el Personaje de ese barrio. Yo lo conocí en 1952, cuando había ingresado en la Facultad de Medicina, y estaba cumpliendo el curso de vacunación en el Hospital T.Alvarez. Al salir del hospital con mi amigo Norberto Crespi, encontré a mis compañeros Osvaldo y Francisco Facciuto, que en el futuro serían mis cuñados.
Estábamos conversando en la esquina de Condarco y J.F.Aranguren, cuando dobló violentamente de la avenida Avellaneda, por Condarco, hacia nosotros, un morocho corpulento, al que lo seguía un agente de policía, que resbaló y cayó al suelo .El morocho llegó donde estábamos nosotros, y saludó a mis amigos, quienes me lo presentaron inmediatamente .Entonces, con toda naturalidad, le pregunté si a él lo seguía un policía, porque ya se había levantado, y le avisé que estaba a pocos metros detrás de él. Kinoto miró hacia atrás, nos saludó, y salió corriendo hacia la avenida Nazca…Luego, con el tiempo, fuimos muy amigos, y lo tuve que atender, ya siendo médico, en mi consultorio, porque entre otras cosas, era epiléptico.- Kinoto era “importador” de diversos productos de contrabando, como electrodomésticos, estéreos para el auto, grabadores, etc, etc.- También falsificaba cigarrillos Chesterfield, y whisky Ballantines, rellenando los envases originales con cualquier porquería, como un aguardiente llamado Paddy.- Muchos años después, salíamos con mi cuñado Francisco (Pochy), de un velatorio que había en la calle Cuenca al 400. Era tarde y hacía mucho frío, entonces decidimos entrar en un bolichito que estaba al lado para tomar un café.- Al entrar, nos encontramos con Kinoto detrás del mostrador, y nos llamó la atención que era pizzería y tenía 2 hornos.- Mientras nos servía el café y calentaba la pizza en el primer horno, mi cuñado Pochy abrió el segundo horno, que estaba lleno con radios portátiles, estéreos, y cientos de relojes pulsera truchos obviamente ¡! Nos despedimos con un beso y, riéndonos a carcajadas, pensamos:
¡Kinoto, genio y figura, hasta la sepultura!
JOTACET-25-SETIEMBRE-09-
Quedaba en la esquina de Gaona y Nazca. En la bocacalle, la garita de lona gris de los canas .Nazca estaba dividida en dos manos por una franja ancha central con pasto, que contenía los rieles para los tranvías que iban desde Villa del Parque hasta Flores Sud, línea 83, ó hasta Constitución, como sucedía con la 84. En el 83, a veces pasaba Don Roque, el tano gordo de bigotes que vivía en Tres Arroyos y Cuenca, que era el motorman. Roque, acostumbraba parar en algunas esquinas, donde tocaba esa especie de campana que se accionaba con el pié, varias veces, y gritaba ¡fulano, dále , que te estamos esperando! ¿te quedaste de apoliyo,te quedaste?. Y, mientras algunos pasajeros se reían y otros puteaban y miraban el reloj, aparecía algún tipo corriendo, saliendo de su casa y tomando el último mate con cara de sonámbulo. Y la cosa era así, te gustara ó no te gustara. Al llegar a Nazca y Gaona Roque detenía el tranvía, y por dos ó tres minutos, hacía algún comentario a los gritos,con los atorrantes que paraban en El Oriente, ó, si era al mediodía, con los de la “cátedra” del ómnibus anaranjado , que iban estudiando La Fija hacia el “dromo” de Palermo. Esos Buses partían desde Rivadavia y Nazca, ó desde Nazca y Gaona (el Oriente), y los amantes de los “chuchos” iban a los saltos, porque Nazca tenía cunetas muy profundas, que, según decían los viejos, se debían a los trabajos del entubamiento del arroyo Maldonado.
El Oriente, tenía un gran estaño, muchas mesitas, y ventanas a la calle .Había un teléfono público para monedas de 10 centavos, desde donde algún “fioca” ejercía el apriete de los clientes de sus “pupilas”, ó arreglaba el intercambio de alguna “corralera”.
En otra mesita, algún tano acomodaba impermeables de nylon que resultarían flor de rope, y otros días, lapiceras “birome” ó encendedores alemanes Monopol.
Nosotros, con el rusito Marcos Weinberg, asistíamos “a clase” calladitos, mientras el mozo, Manolo, nos traía los 2 atados de cigarrillos Wilton, ya que teníamos acomodo, porque había huelga de cigarrillos. En otro rincón, los estudiosos de aquellos libritos blancos ó rosados, discutían sobre los caballos que “revolean la cola”, ó los otros que “bostean en el redondo”, y todo eso, ¿me entendés?-Después la seguían en el bondi anaranjado que los estaba esperando en la esquina, frente a la G.D.A (grandes despensas argentinas).- Si les iba mal, todo quedaba como antes, pero, si les iba bien, a lo mejor se podían hacer una pilcha de Suixtil, enfrente, en lo de Menéndez, y a plazoletas…!
Allí paraba también el loco Titi, colectivero de la 110, que llevaba a los pasajeros hasta su casa, en Páez y Bolivia, para ver “cómo está la vieja, es un cachito, ché, ya vengo! Y al que le rompa, que se las pique con el 11, ¡qué joder!”…y los pasajeros, con toda la paciencia, lo esperaban…- El famoso Titi, un día vino al Oriente, y nos dijo: ¡muchachos, me levanté una mina, que me paré para toda la cosecha!.... La mina, a los pocos días tuvo las llaves del departamento de Titi, a cuya madre acompañaba cuando él estaba “de larga”, como dicen los del gremio.- Ël, emocionado, nos decía ¡aprendan a elegir a la chabona, gorutas, que para este varón, la jermu tiene que ser posta!... Al poco tiempo, la mina posta se sintió celosa, “porque Titi miraba a todas las mujeres que subian al colectivo”, y se lo gritaba a la madre de Titi que estaba paralítica, y luego rompía el espejito que llevaba en la cartera, y se cortaba las venas de las muñecas delante de la madre de su novio. Los amigos, íbamos corriendo al Hospital Älvarez, y entonces, la ambulancia de la asistencia pública, portaba a la vieja y a la novia. Una, con una crisis hipertensiva, y la otra, para suturarle las muñecas…
Nuestro querido Titi, el que “se había parado para toda la cosecha”, terminó arruinado, hecho un croto, y lo rajaron de la línea 110. La última vez que lo ví, le faltaban casi todos los dientes, y estaba esperando el 83 hacia Flores, con un pequeño ramito para la vieja…
En Julio de 1997, tiraron abajo el Oriente, donde paré desde los 18 años hasta los 30. Pero, muchos años antes, de pantalon corto, me sentaba en las mesitas de la vereda, con mi viejo, todos los domingos, bebiendo yo un Naranjin, y escuchando historias que contaban dos amigos de mi padre: Don Teodoro Fells, y el cieguito Aguilar, el sobreviviente de Medellín, de aquél accidente de 1935…
Como se puede apreciar, allí me dí el lujo de ver y escuchar a muchos sabihondos de Buenos Aires. El Oriente ya no está más, pero yo lo sigo viendo a Manolo y le pido otro feca, y escucho las voces de todos, y me sigo riendo a carcajadas con el rusito Marcos, que era tan piolín, y también con Don Teodoro Fells, que, después de 2 Cinzanos con Fernet lo miraba a mi viejo, y guiñándole un ojo y señalando al cieguito Aguilar, le decía en voz baja: ¡José Manuel, éstos se mataron porque el piloto era un pelotudo!
Y…lo decía Don Teodoro, ¿me entendés? –Mirá todo lo que fue el Oriente para muchas generaciones, y lo tiraron para levantar un cadalso para las generaciones que siguen: una sucursal de un Banco!! Que lo parió, diría el Mendieta…!!
*-Bar Quitapenas *
Rivadavia y Nazca, frente al Tuñin de la Boca y a la confitería El Tourbillon .- Mientras El Tuñin era lo que todos conocen, pero en el barrio de Flores, el Tourbillon era un sitio muy lindo, donde íbamos con Hilda cuando éramos novios, a tomar los consabidos cócteles San Martín (seco y dulce respectivamente)., con una excelente música de fondo.
El Quitapenas ocupaba la esquina noroeste y tenía ventanas por Rivadavia y también por Nazca. Allí concurrian muchos habitués: Pajarito, el turco Mone, Pocho Selvático, el ruso Selener, Chiche el gallego, Escorcha, y mil tipos más. Durante la época de Perón, en los ‘50, el jefe de la Policía Federal era un vecino de nuestro barrio, el comisario Gamboa. El Quitapenas era famoso, porque además paraban los hermanos Garfinkel, conocidos libreros del barrio, y también los hermanos Tarulla, Héctor y Pucho, transportistas de casi todos los vecinos hasta la última morada, que le dicen…(tenían empresa de pompas fúnebres).
La barra del Quitapenas era famosa por las sanas picardías de que hacían objeto a los ocasionales é inocentes concurrentes. El jefe de policía tenía un hijo, un chico joven, que pasaba por la esquina, y permanentemente escuchaba carcajadas, que provocaban su curiosidad y profundo deseo de alternar algún día con los integrantes de esa barra. Un día se animó, entró y ocupó una mesa, pidiendo un café. Disimuladamente observaba a los antes mencionados, sin conseguir llamar su atención. Al día siguiente, volvió a la misma mesa, tomó otro café, y siguió observando las bromas y los chistes, hasta que se fueron retirando casi todos los protagonistas. Cuando quedaba uno solo, Gamboíta lo miró sonriente, y le comentó: ¡cómo se divierten ustedes, y cómo me gustaría formar parte de su grupo! El solitario, que era el Pocho Salvático, lo invitó con un café, y le dijo que él sabía quien era, y que él lo iba a ayudar a ingresar a la barra, para lo cual tendría que demostrar alguna habilidad “de mesa”.- El pibe Gamboa le dijo que, lamentablemente, él estudiaba todo el día, y que no conocía ningún juego, ni artificio alguno con los naipes ni los dados.
Pocho le dijo: parecés buen pibe, y tenés cara de piola. Si vos querés, yo te puedo enseñar algo, para que puedas caer bien en esta barra. Yo te voy a enseñar algún truco que no falle, y tenemos toda la tarde para ensayarlo. Esta noche te venís y te presento a los muchachos.-Vamos a hacer el siguiente truco: vos tomás el mazo de naipes y lo mezclás varias veces. Después cortás varias veces, y le hacés cortar a cualquiera de los presentes. -Entonces, te vas al baño, y les decís que ellos elijan una carta cualquiera en tu ausencia. Cuando te avisan que ya está, volvés del baño y les decís que les apostás toda la consumición a que adivinás qué carta eligieron. Entonces revolvés otra vez el mazo, y, con cara inexpresiva comenzás a sacar una a una y las vas colocando a un costado.Sucede que yo sé cual es,dijo Pocho, y entonces, cuando sacás esa, yo te toco suavemente el pié ,pero vos la descartás, sacás una ó dos más, y luego volvés atrás, los mirás a todos sobradoramente, y gritás ¡ésta!, y si lo hacés bien, ¡ya está!...Gamboa, pálido, lo ensayó 20 veces, y, al final, salía perfecto, con el joven Gamboa totalmente enfervorizado .Llegó la noche, el boliche estaba repleto cuando llegó Gamboa, y Pocho se lo presentó a todos, y dijo quien era, y que quería compartir la mesa con ellos. No cayó muy bien, hasta que alguien le preguntó a qué quería jugar. Entonces el pibe, con cierto rubor, les dijo que eligieran una carta del mazo, mientras él iba al baño., así, cuando volvía, él adivinaba cual era esa carta, y el desafío era por el total de la consumición. Es de hacer notar que eran unos 15 los espectadores, con una adecuada consumición. Aceptaron extrañados y el pibe empezó a mezclar y a cortar repetidamente.- Luego se fue para el baño, hasta que le gritaron que ya estaba. Volvió, cortó de nuevo con cara de canchero, y entonces, cuando empezó a extraer de a una carta, Pocho, repentinamente, les dijo a todos que tenía una jaqueca bárbara, y que se iba a la casa.- El pibe Gamboa, disimulando la desesperación, le decía no, Pocho, no se vaya justo ahora, no se pierda lo mejor! Entonces Pocho le dijo: mirá, pibe, yo ya estoy podrido de estos trucos, y me duele mucho la sabiola, ¡a domani!, y se las tomó! - El pibe Gamboa, resignado, sacó cualquier carta, por supuesto perdió, y le concedieron la gracia de que fuera hasta la casa a buscar más plata para poder levantar el “muerto” acumulado…
Nunca se supo porqué, a partir de entonces, nunca más se lo volvió a ver al hijo del comisario pisar de nuevo el Quitapenas… A pesar de esta anécdota, es de hacer notar que Pocho salvático era el más suave de todos los pícaros que durante muchos años pararon en aquél bar…”Por ante mí, doy Fé”…
Bar El Fénix:
Está en la esquina de Rivadavia y Pergamino, frente al Cine Teatro Fénix.
En ese bar, había una mañana dos malandras, en la mesa, al lado del teléfono público, y escuchan una charla entre Tito Balé, y otro sujeto. Tito era el dueño de la compra-venta de autos usados que quedaba enfrente. Tito dice que a las 14 horas estará lista la Estanciera IKA, que pasen a buscarla con la plata. Los buscas se levantan y salen del bar para dirigirse a otro boliche en Morón y Concordia, donde se encuentran con Kinoto. Éste era un gran personaje del barrio, que andaba “fallo al oro”, y le ofrecen un “trabajo” en el que tenía que hacer de chofer, para levantar un “paquete” a pocas cuadras de allí .Kinoto acepta, y, a las 14.15 suben los tres al auto, le hacen tomar Morón hasta Nazca, luego a la derecha hasta Rivadavia, y a la derecha despacio hasta Campana. Desde la esquina, ven la agencia de Tito Balé, y una estanciero en la puerta, con Tito, el socio, y dos tipos con un portafolios.Los cacos le dicen a Kinoto que se acerque despacio,se bajan, y uno saca un bufoso. Entonces Kinoto, que era paisano de Tito (sefaradíes), tocó la bocina, y gritando ¡es un afano!, se rajó con el auto y los dejó de a pié…Los chorros tuvieron que escapar por Campana, y saltar la alambrada del F.C.Sarmiento. Kinoto estuvo en aguante como 6 meses. Un día me vino a ver al consultorio, y cuando le pregunté si estaba loco, me dijo: levantar un paco, hacer de fercho, ¡sí!, pero no voy a ayudar a que afanen a mi paisano (los códigos, que le dicen).
Kinoto era el Personaje de ese barrio. Yo lo conocí en 1952, cuando había ingresado en la Facultad de Medicina, y estaba cumpliendo el curso de vacunación en el Hospital T.Alvarez. Al salir del hospital con mi amigo Norberto Crespi, encontré a mis compañeros Osvaldo y Francisco Facciuto, que en el futuro serían mis cuñados.
Estábamos conversando en la esquina de Condarco y J.F.Aranguren, cuando dobló violentamente de la avenida Avellaneda, por Condarco, hacia nosotros, un morocho corpulento, al que lo seguía un agente de policía, que resbaló y cayó al suelo .El morocho llegó donde estábamos nosotros, y saludó a mis amigos, quienes me lo presentaron inmediatamente .Entonces, con toda naturalidad, le pregunté si a él lo seguía un policía, porque ya se había levantado, y le avisé que estaba a pocos metros detrás de él. Kinoto miró hacia atrás, nos saludó, y salió corriendo hacia la avenida Nazca…Luego, con el tiempo, fuimos muy amigos, y lo tuve que atender, ya siendo médico, en mi consultorio, porque entre otras cosas, era epiléptico.- Kinoto era “importador” de diversos productos de contrabando, como electrodomésticos, estéreos para el auto, grabadores, etc, etc.- También falsificaba cigarrillos Chesterfield, y whisky Ballantines, rellenando los envases originales con cualquier porquería, como un aguardiente llamado Paddy.- Muchos años después, salíamos con mi cuñado Francisco (Pochy), de un velatorio que había en la calle Cuenca al 400. Era tarde y hacía mucho frío, entonces decidimos entrar en un bolichito que estaba al lado para tomar un café.- Al entrar, nos encontramos con Kinoto detrás del mostrador, y nos llamó la atención que era pizzería y tenía 2 hornos.- Mientras nos servía el café y calentaba la pizza en el primer horno, mi cuñado Pochy abrió el segundo horno, que estaba lleno con radios portátiles, estéreos, y cientos de relojes pulsera truchos obviamente ¡! Nos despedimos con un beso y, riéndonos a carcajadas, pensamos:
¡Kinoto, genio y figura, hasta la sepultura!
JOTACET-25-SETIEMBRE-09-