En mi barrio habia varios boliches, cada uno de los cuales se destacaba por distintas particularidades.-
El primero que me llamó la atención fue el que estaba en la esquina de Orán (Emilio Lamarca ) y Gaona .Cuando yo tenía 6 ó 7 años (1938-1939), pasaba caminando por allí cuando salía de la escuela primaria, que era la número 10 del consejo escolar 12, y me detenía en esa esquina porque siempre escuchaba música (en mi casa, desde que nací, siempre escuché música, ya sea de mi viejo con el violín, de mi hermana Lidia con el piano, ó de aquella antigua radio de madera). De ese boliche, siempre salía música, especialmente de fuelles ó guitarras, y en una de esas mesas, compusieron el famoso tango “Tabernero”.
Entre sus habitues, estaban los hermanos Aietta, grandes músicos, y el negro Vela, que recitaba conocidas glosas como los Dioses. Pero para mí, el personaje principal de ese boliche era Don Andrés Cadenazzi, que formaba parte de ese lugar : siempre de traje oscuro, corbata negra, como el sombrero, cara de tano, bien rubicundo, y sentado solemnemente a la mesa, con el “farol” de vino tinto y la vista fija, vaya a saber adónde.
Sucede que Don Andrés, era arquitecto, y fue el primer universitario de la familia de mi vieja. Estaba casado con la tía Teresa, hija de mi bisabuela y tía de mi madre .Él tenía una evidente secuela de hemiplejía, y por eso caminaba con dificultad, balanceándose para los costados… Y pensar que algunos creían, por ignorancia, que siempre estaba con algunas copas de más, y sin embargo, supo educar muy bien a sus hijos: Roberto, el Pety, el Chino, y Corina. Todavía me parece verlo, siempre imponente, cuando se sentaba en el boliche, siempre solo, ó cuando me miraba, con esa sonrisa grandota, sentado en su sillón de mimbre, en el Porch con galería de madera, en su casa de Morón y Orán, a una cuadra de mi escuela primaria.
Indudablemente, todo era lindo en 1938…
El boliche de Magnolli se encontraba a una cuadra del anterior, en Gaona, 3.900, y Concordia, a la vuelta de mi casa de la calle Páez. Tenía dos mesas de billares, y el clásico palco con la Victrolera. Otro detalle, que fue muy importante para mí, es que tenía una de esas cajas grandotas detrás del mostrador, dividida en cuadraditos todos iguales, que contenian paquetes de todas las marcas de cigarrillos.-
Los atados eran de 10 cigarrillos: Winchester, Arizona, Continental, Combinados, One Eleven, 43, Condal, Barrilete, Brasil, American Club, Commander, etc.- Y digo que esta caja con los cigarrillos fue muy importante para mí, porque yo Tenía que comprar los cigarrillos para mi papá allí, y él fumaba 70 por día dejándome el dinero cuando se iba a trabajar. Yo aprovechaba y, en vez de comprar todo junto, lo hacía por partes, así podía ir al boliche a ver qué pasaba, varias veces por día.-
Los habitués eran los carreros del corralón de Concordia y Canalejas que, mientras tomaban farolitos de vino ó aperitivo Lusera, le fichaban las gambas a la Victrolera, que fumaba y se hacía la “sota”. De aquellos carreros, también se decía que eran haraganes y borrachos; alguna vez traté de explicarles a mi mamá y a mis hermanas, que esos tipos eran flor de laburantes, pues se levantaban de madrugada, para hacer fletes con sus carros. Luego, extenuados, iban a descansar un rato a lo de Magnolli, antes de ir a su casa. Esa explicación me valió un cachetazo de mi vieja, que todavía me arde!!
Luego, las esposas de los carreros, llegaban hasta la esquina y, desde afuera, les hacian señas de que la comida estaba lista, llevando los dedos de la mano derecha varias veces hacia la boca abierta. El carrero, sin apuro, salía caminando despacio, y, tocándose el ala del sombrero, se arreglaba el lengue y se iba del boliche…Esa escena, se repetía por la tarde en lo de Magnolli, y así lo ví durante aquellos años de mi infancia.
Un día, siendo ya adolescente, pregunté qué había sido de aquel tano bolichero, enterándome que “se mató con el hijo, manejaba el tano, y se tragaron la vara posterior de un camión sin luces, que estaba parado”… Pobre tano, con él se mató un cacho grande de la historia de mi barrio!!
Frente al boliche de Magnolli, en Gaona, a mitad de cuadra, habia una tintorería, donde trabajaban varios japoneses. Uno de ellos, Juancito, pasaba como 12 horas planchando sin parar, pero en verano, cruzaba a cada rato corriendo la avenida, y se metía en el bar, y, a los 5 minutos salía para volver corriendo a la tintoreria.- Nosotros creíamos que iba a comprar cigarrillos, pero, en realidad se tomaba un farol de Cinzano en cada viaje, hasta que estropeaba algún par de cuellos duros (que se limpiaban y planchaban) y entonces lo reemplazaba el hermano. Juancito, se sentaba totalmente en pedo en el cordón de la vereda y se reía a carcajadas, pero sin emitir sonido alguno, mientras fumaba.-Yo nunca pude parar en ese boliche, porque murió el dueño y lo cerraron antes que cumpliera los 18 años .Pero, de chiquito , me había dado el gusto de ir varias veces por día, todos los días.-Este año lo reabrieron, después de 40 años, y está igual, pero le falta la pasarela de la Victrolera, y ya no es lo mismo… De todos modos, cada vez que paso y lo veo, me dan ganas de entrar de nuevo a comprar los fasos para mi viejo…
**-Café Bar “El Oriente”:
Quedaba en la esquina de Gaona y Nazca. En la bocacalle, la garita de lona gris de los canas. Nazca estaba dividida en dos manos por una franja ancha central con pasto, que contenía los rieles para los tranvías que iban desde Villa del Parque hasta Flores Sud, línea 83, ó hasta Constitución, como sucedía con la 84. En el 83, a veces pasaba Don Roque, el tano gordo de bigotes que vivía en Tres Arroyos y Cuenca, que era el motorman. Roque, acostumbraba parar en algunas esquinas, donde tocaba esa especie de campana que se accionaba con el pié, varias veces, y gritaba ¡fulano, dále , que te estamos esperando!¿te quedaste de apoliyo,te quedaste?.Y, mientras algunos pasajeros se reían y otros puteaban y miraban el reloj, aparecía algún tipo corriendo, saliendo de su casa y tomando el último mate con cara de sonámbulo. Y la cosa era así, te gustara ó no te gustara. Al llegar a Nazca y Gaona Roque detenía el tranvía, y por dos ó tres minutos, hacía algún comentario a los gritos,con los atorrantes que paraban en El Oriente, ó, si era al mediodía, con los de la “cátedra” del ómnibus anaranjado , que iban estudiando La Fija hacia el “dromo” de Palermo. Esos Buses partían desde Rivadavia y Nazca, ó desde Nazca y Gaona (el Oriente), y los amantes de los “chuchos” iban a los saltos, porque Nazca tenía cunetas muy profundas, que, según decían los viejos, se debían a los trabajos del entubamiento del arroyo Maldonado.
El Oriente, tenía un gran estaño, muchas mesitas, y ventanas a la calle .Había un teléfono público para monedas de 10 centavos, desde donde algún “fioca” ejercía el apriete de los clientes de sus “pupilas”, ó arreglaba el intercambio de alguna “corralera”.
En otra mesita, algún tano acomodaba impermeables de nylon que resultarían flor de rope, y otros días, lapiceras “birome” ó encendedores alemanes Monopol.
Nosotros, con el rusito Marcos Weinberg, asistíamos “a clase” calladitos, mientras el mozo, Manolo, nos traía los 2 atados de cigarrillos Wilton, ya que teníamos acomodo, porque había huelga de cigarrillos. En otro rincón, los estudiosos de aquellos libritos blancos ó rosados, discutían sobre los caballos que “revolean la cola”, ó los otros que “bostean en el redondo”, y todo eso, ¿me entendés?- Después la seguían en el bondi anaranjado que los estaba esperando en la esquina, frente a la G.D.A (grandes despensas argentinas).- Si les iba mal, todo quedaba como antes, pero, si les iba bien, a lo mejor se podían hacer una pilcha de Suixtil, enfrente, en lo de Menéndez, y a plazoletas…!
Allí paraba también el loco Titi, colectivero de la 110, que llevaba a los pasajeros hasta su casa, en Páez y Bolivia, para ver “cómo está la vieja, es un cachito, ché, ya vengo! Y al que le rompa, que se las pique con el 11, ¡qué joder!”…y los pasajeros, con toda la paciencia, lo esperaban…- El famoso Titi, un día vino al Oriente, y nos dijo: ¡muchachos, me levanté una mina, que me paré para toda la cosecha!.... La mina, a los pocos días tuvo las llaves del departamento de Titi, a cuya madre acompañaba cuando él estaba “de larga”, como dicen los del gremio.-Ël, emocionado, nos decía ¡aprendan a elegir a la chabona, gorutas, que para este varón, la jermu tiene que ser posta!... Al poco tiempo, la mina posta se sintió celosa, “porque Titi miraba a todas las mujeres que subian al colectivo”, y se lo gritaba a la madre de Titi que estaba paralítica, y luego rompía el espejito que llevaba en la cartera, y se cortaba las venas de las muñecas delante de la madre de su novio. Los amigos, íbamos corriendo al Hospital Älvarez, y entonces, la ambulancia de la asistencia pública, portaba a la vieja y a la novia. Una, con una crisis hipertensiva, y la otra, para suturarle las muñecas…
Nuestro querido Titi, el que “se había parado para toda la cosecha”, terminó arruinado, hecho un croto, y lo rajaron de la línea 110. La última vez que lo ví, le faltaban casi todos los dientes, y estaba esperando el 83 hacia Flores, con un pequeño ramito para la vieja…
En Julio de 1997, tiraron abajo el Oriente, donde paré desde los 18 años hasta los 30. Pero, muchos años antes, de pantalon corto, me sentaba en las mesitas de la vereda, con mi viejo, todos los domingos, bebiendo yo un Naranjin, y escuchando historias que contaban dos amigos de mi padre: Don Teodoro Fells, y el cieguito Aguilar, el sobreviviente de Medellín, de aquél accidente de 1935…
Como se puede apreciar, allí me dí el lujo de ver y escuchar a muchos sabihondos de Buenos Aires. El Oriente ya no está más, pero yo lo sigo viendo a Manolo y le pido otro feca, y escucho las voces de todos, y me sigo riendo a carcajadas con el rusito Marcos, que era tan piolín, y también con Don Teodoro Fells, que, después de 2 Cinzanos con Fernet lo miraba a mi viejo, y guiñándole un ojo y señalando al cieguito Aguilar, le decía en voz baja: ¡José Manuel, éstos se mataron porque el piloto era un pelotudo!
Y…lo decía Don Teodoro, ¿me entendés? –Mirá todo lo que fue el Oriente para muchas generaciones, y lo tiraron para levantar un cadalso para las generaciones que siguen: una sucursal de un Banco!! Que lo parió, diría el Mendieta…!!
JOTACET- 26- AGOSTO- 09-
El primero que me llamó la atención fue el que estaba en la esquina de Orán (Emilio Lamarca ) y Gaona .Cuando yo tenía 6 ó 7 años (1938-1939), pasaba caminando por allí cuando salía de la escuela primaria, que era la número 10 del consejo escolar 12, y me detenía en esa esquina porque siempre escuchaba música (en mi casa, desde que nací, siempre escuché música, ya sea de mi viejo con el violín, de mi hermana Lidia con el piano, ó de aquella antigua radio de madera). De ese boliche, siempre salía música, especialmente de fuelles ó guitarras, y en una de esas mesas, compusieron el famoso tango “Tabernero”.
Entre sus habitues, estaban los hermanos Aietta, grandes músicos, y el negro Vela, que recitaba conocidas glosas como los Dioses. Pero para mí, el personaje principal de ese boliche era Don Andrés Cadenazzi, que formaba parte de ese lugar : siempre de traje oscuro, corbata negra, como el sombrero, cara de tano, bien rubicundo, y sentado solemnemente a la mesa, con el “farol” de vino tinto y la vista fija, vaya a saber adónde.
Sucede que Don Andrés, era arquitecto, y fue el primer universitario de la familia de mi vieja. Estaba casado con la tía Teresa, hija de mi bisabuela y tía de mi madre .Él tenía una evidente secuela de hemiplejía, y por eso caminaba con dificultad, balanceándose para los costados… Y pensar que algunos creían, por ignorancia, que siempre estaba con algunas copas de más, y sin embargo, supo educar muy bien a sus hijos: Roberto, el Pety, el Chino, y Corina. Todavía me parece verlo, siempre imponente, cuando se sentaba en el boliche, siempre solo, ó cuando me miraba, con esa sonrisa grandota, sentado en su sillón de mimbre, en el Porch con galería de madera, en su casa de Morón y Orán, a una cuadra de mi escuela primaria.
Indudablemente, todo era lindo en 1938…
El boliche de Magnolli se encontraba a una cuadra del anterior, en Gaona, 3.900, y Concordia, a la vuelta de mi casa de la calle Páez. Tenía dos mesas de billares, y el clásico palco con la Victrolera. Otro detalle, que fue muy importante para mí, es que tenía una de esas cajas grandotas detrás del mostrador, dividida en cuadraditos todos iguales, que contenian paquetes de todas las marcas de cigarrillos.-
Los atados eran de 10 cigarrillos: Winchester, Arizona, Continental, Combinados, One Eleven, 43, Condal, Barrilete, Brasil, American Club, Commander, etc.- Y digo que esta caja con los cigarrillos fue muy importante para mí, porque yo Tenía que comprar los cigarrillos para mi papá allí, y él fumaba 70 por día dejándome el dinero cuando se iba a trabajar. Yo aprovechaba y, en vez de comprar todo junto, lo hacía por partes, así podía ir al boliche a ver qué pasaba, varias veces por día.-
Los habitués eran los carreros del corralón de Concordia y Canalejas que, mientras tomaban farolitos de vino ó aperitivo Lusera, le fichaban las gambas a la Victrolera, que fumaba y se hacía la “sota”. De aquellos carreros, también se decía que eran haraganes y borrachos; alguna vez traté de explicarles a mi mamá y a mis hermanas, que esos tipos eran flor de laburantes, pues se levantaban de madrugada, para hacer fletes con sus carros. Luego, extenuados, iban a descansar un rato a lo de Magnolli, antes de ir a su casa. Esa explicación me valió un cachetazo de mi vieja, que todavía me arde!!
Luego, las esposas de los carreros, llegaban hasta la esquina y, desde afuera, les hacian señas de que la comida estaba lista, llevando los dedos de la mano derecha varias veces hacia la boca abierta. El carrero, sin apuro, salía caminando despacio, y, tocándose el ala del sombrero, se arreglaba el lengue y se iba del boliche…Esa escena, se repetía por la tarde en lo de Magnolli, y así lo ví durante aquellos años de mi infancia.
Un día, siendo ya adolescente, pregunté qué había sido de aquel tano bolichero, enterándome que “se mató con el hijo, manejaba el tano, y se tragaron la vara posterior de un camión sin luces, que estaba parado”… Pobre tano, con él se mató un cacho grande de la historia de mi barrio!!
Frente al boliche de Magnolli, en Gaona, a mitad de cuadra, habia una tintorería, donde trabajaban varios japoneses. Uno de ellos, Juancito, pasaba como 12 horas planchando sin parar, pero en verano, cruzaba a cada rato corriendo la avenida, y se metía en el bar, y, a los 5 minutos salía para volver corriendo a la tintoreria.- Nosotros creíamos que iba a comprar cigarrillos, pero, en realidad se tomaba un farol de Cinzano en cada viaje, hasta que estropeaba algún par de cuellos duros (que se limpiaban y planchaban) y entonces lo reemplazaba el hermano. Juancito, se sentaba totalmente en pedo en el cordón de la vereda y se reía a carcajadas, pero sin emitir sonido alguno, mientras fumaba.-Yo nunca pude parar en ese boliche, porque murió el dueño y lo cerraron antes que cumpliera los 18 años .Pero, de chiquito , me había dado el gusto de ir varias veces por día, todos los días.-Este año lo reabrieron, después de 40 años, y está igual, pero le falta la pasarela de la Victrolera, y ya no es lo mismo… De todos modos, cada vez que paso y lo veo, me dan ganas de entrar de nuevo a comprar los fasos para mi viejo…
**-Café Bar “El Oriente”:
Quedaba en la esquina de Gaona y Nazca. En la bocacalle, la garita de lona gris de los canas. Nazca estaba dividida en dos manos por una franja ancha central con pasto, que contenía los rieles para los tranvías que iban desde Villa del Parque hasta Flores Sud, línea 83, ó hasta Constitución, como sucedía con la 84. En el 83, a veces pasaba Don Roque, el tano gordo de bigotes que vivía en Tres Arroyos y Cuenca, que era el motorman. Roque, acostumbraba parar en algunas esquinas, donde tocaba esa especie de campana que se accionaba con el pié, varias veces, y gritaba ¡fulano, dále , que te estamos esperando!¿te quedaste de apoliyo,te quedaste?.Y, mientras algunos pasajeros se reían y otros puteaban y miraban el reloj, aparecía algún tipo corriendo, saliendo de su casa y tomando el último mate con cara de sonámbulo. Y la cosa era así, te gustara ó no te gustara. Al llegar a Nazca y Gaona Roque detenía el tranvía, y por dos ó tres minutos, hacía algún comentario a los gritos,con los atorrantes que paraban en El Oriente, ó, si era al mediodía, con los de la “cátedra” del ómnibus anaranjado , que iban estudiando La Fija hacia el “dromo” de Palermo. Esos Buses partían desde Rivadavia y Nazca, ó desde Nazca y Gaona (el Oriente), y los amantes de los “chuchos” iban a los saltos, porque Nazca tenía cunetas muy profundas, que, según decían los viejos, se debían a los trabajos del entubamiento del arroyo Maldonado.
El Oriente, tenía un gran estaño, muchas mesitas, y ventanas a la calle .Había un teléfono público para monedas de 10 centavos, desde donde algún “fioca” ejercía el apriete de los clientes de sus “pupilas”, ó arreglaba el intercambio de alguna “corralera”.
En otra mesita, algún tano acomodaba impermeables de nylon que resultarían flor de rope, y otros días, lapiceras “birome” ó encendedores alemanes Monopol.
Nosotros, con el rusito Marcos Weinberg, asistíamos “a clase” calladitos, mientras el mozo, Manolo, nos traía los 2 atados de cigarrillos Wilton, ya que teníamos acomodo, porque había huelga de cigarrillos. En otro rincón, los estudiosos de aquellos libritos blancos ó rosados, discutían sobre los caballos que “revolean la cola”, ó los otros que “bostean en el redondo”, y todo eso, ¿me entendés?- Después la seguían en el bondi anaranjado que los estaba esperando en la esquina, frente a la G.D.A (grandes despensas argentinas).- Si les iba mal, todo quedaba como antes, pero, si les iba bien, a lo mejor se podían hacer una pilcha de Suixtil, enfrente, en lo de Menéndez, y a plazoletas…!
Allí paraba también el loco Titi, colectivero de la 110, que llevaba a los pasajeros hasta su casa, en Páez y Bolivia, para ver “cómo está la vieja, es un cachito, ché, ya vengo! Y al que le rompa, que se las pique con el 11, ¡qué joder!”…y los pasajeros, con toda la paciencia, lo esperaban…- El famoso Titi, un día vino al Oriente, y nos dijo: ¡muchachos, me levanté una mina, que me paré para toda la cosecha!.... La mina, a los pocos días tuvo las llaves del departamento de Titi, a cuya madre acompañaba cuando él estaba “de larga”, como dicen los del gremio.-Ël, emocionado, nos decía ¡aprendan a elegir a la chabona, gorutas, que para este varón, la jermu tiene que ser posta!... Al poco tiempo, la mina posta se sintió celosa, “porque Titi miraba a todas las mujeres que subian al colectivo”, y se lo gritaba a la madre de Titi que estaba paralítica, y luego rompía el espejito que llevaba en la cartera, y se cortaba las venas de las muñecas delante de la madre de su novio. Los amigos, íbamos corriendo al Hospital Älvarez, y entonces, la ambulancia de la asistencia pública, portaba a la vieja y a la novia. Una, con una crisis hipertensiva, y la otra, para suturarle las muñecas…
Nuestro querido Titi, el que “se había parado para toda la cosecha”, terminó arruinado, hecho un croto, y lo rajaron de la línea 110. La última vez que lo ví, le faltaban casi todos los dientes, y estaba esperando el 83 hacia Flores, con un pequeño ramito para la vieja…
En Julio de 1997, tiraron abajo el Oriente, donde paré desde los 18 años hasta los 30. Pero, muchos años antes, de pantalon corto, me sentaba en las mesitas de la vereda, con mi viejo, todos los domingos, bebiendo yo un Naranjin, y escuchando historias que contaban dos amigos de mi padre: Don Teodoro Fells, y el cieguito Aguilar, el sobreviviente de Medellín, de aquél accidente de 1935…
Como se puede apreciar, allí me dí el lujo de ver y escuchar a muchos sabihondos de Buenos Aires. El Oriente ya no está más, pero yo lo sigo viendo a Manolo y le pido otro feca, y escucho las voces de todos, y me sigo riendo a carcajadas con el rusito Marcos, que era tan piolín, y también con Don Teodoro Fells, que, después de 2 Cinzanos con Fernet lo miraba a mi viejo, y guiñándole un ojo y señalando al cieguito Aguilar, le decía en voz baja: ¡José Manuel, éstos se mataron porque el piloto era un pelotudo!
Y…lo decía Don Teodoro, ¿me entendés? –Mirá todo lo que fue el Oriente para muchas generaciones, y lo tiraron para levantar un cadalso para las generaciones que siguen: una sucursal de un Banco!! Que lo parió, diría el Mendieta…!!
JOTACET- 26- AGOSTO- 09-